completo con cartas de mis ex alumnos. No sé si fue la DINA o el Departamento de Estado. A pesar de todo esto, yo era muy suelto y muy libre. Nunca pensé que tendría mucho que perder. Pero ahora que recuerdo todo eso siento que, en este país, tratar de hacer ciencia y cambiar la cultura es algo que puede costar la vida. eso. No existe el concepto de causalidad. Todo es todo. Nosotros, los occidentales, somos más como los griegos y dividimos todo en partes. Pero para los chinos no hay causalidad alguna y la naturaleza nace del caos. Un ejemplo fantástico es el de la medicina china que comencé a estudiar por mis problemas de salud y que me ha me ha permitido tener muchas horas de diversión en los últimos años. Así que, a pesar de haberme alejado de la Física, puedo asegurarle que, intelectualmente hablando, no he estado perdiendo el tiempo. ¿Existe alguna pregunta de la Física que lo haya obsesionado por su belleza? Hay varias, pero lo que más me ha interesado en la vida es la necesidad de la causalidad en los procesos sincrónicos. Se trata de fenómenos significativos para una persona, pero que no tienen ninguna noción causal previa. En la filosofía china se encuentra El maestro abriendo los horizontes de la mente Cuando se le pide a la gente que conoció a Igor Saavedra que comente sobre la experiencia de haber compartido caminos con él, todos se lo toman con mucha solemnidad. Visto desde afuera, se percibe que el solo hecho de traer a la memoria aquellos momentos colma a los entrevistados de una grata satisfacción. Andrés Meza, Director de la Licenciatura en Astronomía de la UNAB quien fuera ayudante del Profesor Saavedra a comienzos de los 90’ en el curso de Mecánica Cuántica e Introducción a la Física, lo revive así: “Compartimos muchas tardes conversando no solo de Física sino que también acerca de la vida, política y del rol de los científicos en nuestra sociedad. Las cenas en su casa eran un momento memorable para sus ayudantes y no puedo dejar de sentir emoción al recordarlo”. A Nelson Zamorano, Director de la Escuela de Verano de la FCFM, le tocó compartir con él tanto como alumno como compañero de proyectos: “Lo que más destaco de Igor Saavedra es su compromiso de vida por la educación, él le dio vida a muchos proyectos que buscaban mejorar y profesionalizar el conocimiento de la ciencia en Chile. Le preocupaba profundamente la calidad del sistema educacional de nuestro país, una preocupación que cultivó hace muchísimos años y que aún está vigente”, señala Zamorano, quien trabajó en un proyecto para levantar una escuela-internado gratuito de matemáticas y ciencias para estudiantes de todo el país con talento en el área. Si bien este proyecto no logró concretarse, Saavedra emprendió otras empresas que sí lograron impactar la vida de adultos y niños, como una escuela de verano para profesores de física en Valdivia que funcionó por casi 20 años, o su aporte en el desarrollo del primer museo interactivo de C & T del país, el Museo de Ciencia y Tecnología de Quinta Normal, evidencias de que su compromiso educativo trascendía con creces la frontera de la academia universitaria. “Él fue de los primeros en doctorarse en Chile y su opción fue volver a su país a formar más personas, siempre estuvo muy interesado en que se generara una espacie de posta del conocimiento hacia nuevas generaciones”, cuenta su ex alumno Álvaro Fischer, actual presidente de la Fundación Chile, “Igor me marcó como maestro en el más extenso sentido de la palabra maestro. Es un hombre de vida y ética muy admirable y hasta el día de hoy me sigue sorprendiendo con su postura ante la vida. Hoy, a raíz de su enfermedad, está en una postura muy espiritual, distinta al materialismo científico clásico”, señala. Andrés Meza también destaca: “Su enfermedad le permitió descubrir otro mundo mucho menos racional pero no por eso menos interesante para una mente curiosa como la suya”. 57