FACULTAD Paulatinamente se fueron nombrando otros Miembros Académicos. Aunque no todos ellos ejercían la docencia, que por lo demás en las primeras décadas de la Universidad se concentraba en la Sección Universitaria del Instituto Nacional, en su conjunto eran los responsables de llevar a cabo la misión de la Facultad, particularmente en lo que se refiere al cultivo de las ciencias. En esta tarea fue especialmente relevante la contribución de naturalistas y científicos que llegaron desde el extranjero, como Ignacio Domeyko en los ámbitos de la geología, química, metalurgia y mineralogía, Claudio Gay y Rodulfo Philippi, en las ciencias naturales, Pedro Amado Pissis, en la geología, y Guillermo Moesta en Astronomía. El valioso concurso de científicos extranjeros, en su mayoría proveniente de países europeos, continuó durante las décadas siguientes contribuyendo al fortalecimiento de diversas disciplinas en la Facultad, incluyendo las matemáticas, astronomía, sismología, química, geología, arquitectura, así como diversas ramas de la ingeniería. Apellidos como Krauss, Koning, Bidez, Beutell, Ristenpart, Coll y Pi, Köerting, Montessus de Ballore, Obrecht, Malsch, Poenisch, Bruggen, Forteza, Johow, Schulze, Jariez, Charme, Krassa, Tafelmacher, Grandjot, entre otros, dan cuenta de la valiosa presencia y aporte de extranjeros en el desarrollo inicial de la Facultad. En particular, uno de ellos, el austríaco Pablo Krassa Krohn, ocupó el cargo de Decano entre 1945 y 1948, periodo durante el cual impulsó una reforma de los estudios de ingeniería y la creación de las especialidades de ingenieros industriales y electricistas. En atención a lo expresado, resulta difícil de entender la normativa que por muchas décadas limitó el acceso de extranjeros a cargos directivos superiores, situación que solo recientemente fue corregida en parte. Con el transcurso del tiempo, la calidad de Miembro Académico adquirió un carácter más bien honorífico, a través del cual la Universidad reconocía la trayectoria profesional o académica de personas que se vinculaban con la institución en los ámbitos disciplinarios correspondientes a cada una de sus Facultades. A lo largo de los años, se otorgó esta distinción a varios ex–Decanos, a profesores que contaban con gran reconocimiento por su labor docente y/o de investigación, como en 1862 a Ramón Picarte cuya contribución a las matemáticas se tradujo en la invención de tablas de multiplicar y dividir que fue presentada con gran reconocimiento en la Academia de Ciencias de Francia en 1859; Alberto Obrecht en 1897 por su desempeño en el Observatorio Astronómico Nacional donde ocupó el cargo de Director entre 1886 y 1908, y por su docencia de reconocida calidad en las cátedras de Mecánica y de Cálculo Diferencial e Integral, entre tantos otros. En tiempos cuando aún no se alcanzaba el nivel de profesionalismo que actualmente caracteriza la academia, cabe hacer presente que un número significativo de Miembros Académicos de la Facultad desempeñaron altos cargos en la política, ya sea como diputados o senadores de la República, así como también en la administración del Estado como ministros, intendentes o directivos de empresas públicas. Por otra parte, muchos de ellos ocuparon el cargo de Presidente del Instituto de Ingenieros. A principio de los años 60, y coincidiendo con la creación de la Academia de Ciencias, se extinguió la práctica de nombrar nuevos Miembros Académicos de la Facultad en reemplazo de los fallecidos. Hasta entonces más de 80 personas habían sido reconocidas con esta distinción. Ninguna mujer entre ellos, lo que da cuenta del fuerte sesgo 42