P ocas instituciones en nuestro país pueden celebrar su aniversario número 170. La Universidad de Chile es una de ellas, con cuatro de sus unidades académicas compartiendo el privilegio de haberse constituido en el momento de su fundación: la Facultad de Derecho (originalmente de Leyes y Ciencias Políticas), la Facultad de Filosofía y Humanidades, la Facultad de Medicina y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, que en su origen y por un tiempo relativamente breve fue denominada como Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas. La ley que dio vida a la Universidad en 1842 estableció en su primer artículo lo siguiente: “Habrá un cuerpo encargado de la enseñanza, y el cultivo de las letras y ciencias en Chile. Corresponde a este cuerpo la dirección de los establecimientos literarios y científicos nacionales y la inspección sobre todos los demás establecimientos de educación”. Por otra parte, en el artículo 8 del mismo cuerpo legal se explicitaron las tareas específicas que debía abordar la Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas: “Además del fomento general de todos los ramos de este departamento científico, dedicará la Facultad una atención particular a la geografía y la historia natural de Chile, y a la construcción de todos los edificios y obras públicas. El Decano presidirá a la economía, gobierno y custodia del museo o gabinete de historia natural, y será responsable de su conservación”. Para entonces habían transcurrido unas pocas décadas desde el momento cuando el país declaró su independencia. Estaba todo por hacer, aunque con escasos recursos materiales y humanos, lo que queda de manifiesto en la dificultad encontrada para nombrar los 30 Miembros Académicos que debían integrar la Facultad en el momento de su creación. Solo fue posible convocar a 11, aparte del ingeniero y militar español don Andrés Antonio de Gorbea, que asumió como primer Decano a la edad de 60 años. Don Andrés había llegado al país en 1826 con un contrato para ejercer como profesor del Instituto Nacional, y en el mismo año que asumió la tarea de organizar la Facultad fue nombrado por el gobierno como Director del Cuerpo de Ingenieros Civiles. Entre los Miembros Académicos fundadores de la Facultad destacan Ignacio Domeyko, quien posteriormente ocuparía por largos años el cargo de Rector de la Universidad, así como el naturalista francés Claudio Gay, que al momento de su nominación ya se encontraba de vuelta en su país. Los restantes cupos fueron llenados por un par de ingenieros militares –Simón Molinare y Santiago Ballarna–, un farmacólogo –José Vicente Bustillos–, varios agrimensores, y dos sacerdotes que ejercían como profesores en el Instituto Nacional, uno de física experimental –José Alejo Bezanilla– y el otro de matemáticas – Francisco Puente. De este modo, realidades que hoy nos resultan impensadas, no lo fueron en esa época inicial de la institución, marcada por una significativa influencia de la Iglesia Católica sobre la Universidad. En efecto, tras el fallecimiento de Gorbea en 1852 asumió como Decano subrogante el clérigo y Miembro Académico, José Alejo Bezanilla. Por lo demás, la influencia religiosa se revelaba en la presencia de la Facultad de Teología como una de las unidades académicas que se establecieron al momento de la fundación de la Universidad. De esa realidad inicial proviene el símbolo que la representaba, caracterizado por una serpiente en círculo que se muerde la cola envolviendo un ojo inserto en un triángulo, que hasta el día de hoy ocupa el centro del escudo institucional. 41