INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO “A través de esta iniciativa buscamos desarrollar tecnologías locales, por ejemplo, construir generadores de energías renovables de pequeña escala de manera que se transformen en experiencias útiles y replicables en otros países de la región”, indica el Dr. Vargas. Adicionalmente se harán estudios y se crearán escenarios de generación de electricidad renovable incorporando aspectos políticos, tecnológicos y socioeconómicos. También se realizarán actividades de concientización y apoyo práctico para incrementar la planificación y el diseño de marcos de políticas a través de diálogos regionales de los actores clave públicos, privados y de los tomadores de decisiones. La iniciativa además brindará apoyo a tres comunidades piloto, una en cada país, a través de estudios de factibilidad mediante la Acción Piloto: Comunidades de Electricidad Renovable. “En Chile estamos construyendo una central minihidro, que actualmente es un prototipo que tenemos en el laboratorio, pero que instalaremos en alguna localidad que aún no hemos definido”, señala el Dr. Vargas. En tanto, en Bolivia se pretende desarrollar una micro-red para el alumbramiento de un sector rural a través del uso de tecnologías locales como sistemas de monitoreo y control, entre otros. Algo similar se busca en Brasil, donde se pretende instalar una micro-red en base a recursos minihídricos para abastecer pequeñas comunidades rurales. “La idea es realizar proyectos piloto que sean replicables y sustentables. Para nosotros es clave el que las comunidades rurales en las que se lleven a cabo estas iniciativas sean capacitadas para potenciar su participación. Esto es fundamental para la viabilidad de los proyectos”, indica el Dr. Vargas. Ejemplo de ello, es lo ocurrido en Huatacondo, localidad ubicada en el norte de nuestro país que se transformó en la primera micro-red inteligente basada en energías renovables y que consideró la participación de la comunidad en el uso eficiente de la energía y en la operación del sistema. “Actualmente en REGSA estamos terminando una primera etapa que es la evaluación del estado actual del mercado eléctrico y la matriz energética de estos países. Analizamos la estructura del mercado, las políticas de promoción, los principales agentes y otros antecedentes que posteriormente nos permitirán hacer una evaluación y crear escenarios de simulación de proyección futura (2030)”, señala el Dr. Luis Vargas. Para el 2014 se espera el término del proyecto con una conferencia final que se realizará en Brasil, en la que se darán a conocer los principales resultados y experiencias piloto llevadas a cabo en los tres países. Estado del arte En las últimas décadas Chile elevó el acceso a la electricidad desde un 55 a casi un 100% de la población a través de un programa de electrificación rural masivo. Hoy cuenta con una capacidad instalada de 16.970 MW, de los cuales 735 MW provienen de ERNC (biomasa 270 MW, mini-hidráulica 260 MW y eólica 205 MW), lo que representa cerca de un 4%. La actual política energética de nuestro país a través de la ley 20.257 de fomento a las ERNC, exige a las empresas eléctricas incorporar a la matriz un 5% de este tipo de energías, estableciendo una meta de un 10% al 2024. “Chile ha tomado el camino de las cuotas, lo que hace muy lenta la incorporación con respecto a los planes y proyectos que hay en Europa cuyo propósito es conseguir 0% de emisiones. Ellos tienen políticas de Estado con fuertes incentivos de manera que la tecnología y la generación se muevan aceleradamente hacia las energías más limpias”, señala el Dr. Vargas. “En Chile, agrega, falta un convencimiento a nivel nacional. Una visión estratégica país debiera apuntar a metas con porcentajes y plazos concretos, por ejemplo, que al 2050 toda la energía producida en Chile sea limpia y que las distintas industrias vayan con un sello que lo certifique. Esto, unido a nuestra virtud de que somos un país más bien aislado en términos de plagas, nos daría una enorme ventaja competitiva con respecto a otros productos en el extranjero. Una visión como esta debe venir del gobierno acompañada con políticas fuertes y decididas, ciertamente metas del 5 o 10% resultan insuficientes”. En Bolivia la situación no es más alentadora. En 2006 el sector eléctrico tenía una cobertura del 67% de la población, por lo que más de 700 mil hogares rurales y 70 mil urbanos no contaban con energía eléctrica. De acuerdo al Plan de Universalización Bolivia con Energía, se estima que en el área rural la cobertura es de un 53%. Actualmente su matriz energética solo incorpora un 1,7% de energías alternativas, principalmente biomasa. “Hoy existen fuerzas externas que nos van a obligar a movernos hacia las tecnologías más limpias, tanto por el cambio climático, 30