prueba para buscar enzimas y microorganismos para sacarificar y fermentar las azúcares de estas algas, algo poco usual ya que los estudios actuales se abocan a otro tipo de caracterizaciones”, señala la académica María Elena Lienqueo. Aunque las algas no contienen tanta celulosa como los árboles, tienen la ventaja de no tener lignina –componente que da rigidez a la madera–, lo que hace que el proceso hacia el etanol sea más fácil. “Los resultados han sido muy interesantes, ya que no necesitan pretratamiento. Por otro lado, además de celulosa, las algas tienen otro tipo de azúcares, por lo que hay que ver cómo fermentarlos. Las levaduras con las que trabajamos fermentan bien la glucosa pero no las otras azúcares, de este modo también estamos viendo qué se puede hacer con ellas, no necesariamente ir al etanol sino a otros productos de alto interés comercial”, explica la investigadora del CIByB. El estudio también ha tenido que direccionar sus esfuerzos para mejorar la rentabilidad del proceso, una de las grandes trabas del desarrollo del bioetanol. Es así como la biorrefinería –obtención de diversos productos de forma simultánea a partir de una única materia prima– es vital para pensar en un mercado futuro. “Es un proceso que hay que optimizar ya que el uso de las enzimas lo hace caro, por lo que hacer solo etanol no sale a cuenta. En general, actualmente resulta más caro producir etanol que gasolina, pero si tú además de etanol produces otros productos, se podría convertir en un proceso rentable”, añade Lienqueo. De esta manera, la investigación, inicialmente financiada por el proyecto Domeyko de la Universidad de Chile y el proyecto Bicentenario de Cooperación Internacional con Finlandia y Canadá a través de Conicyt, ya cuenta con otro desafío: agregar una nueva fuente de biocombustible rentable y sustentable gracias a las macroalgas, las que podrían convertirse en una buena alternativa para una industria de bioetanol en nuestro país. Proyecto asociado Siguiendo la misma línea de investigación, los académicos Juan Asenjo y Barbara Andrews, del Departamento de Química y Biotecnología, junto a estudiantes de doctorado y postdoctorado, están desarrollando un proyecto en el cual utilizan modelos matemáticos y metabólicos de última generación para introducir modificaciones genéticas en las levaduras y así estas puedan utilizar todas las fracciones de las macroalgas y hacer los rendimientos a etanol más eficientes. Este trabajo es una colaboración directa con la University of California de San Diego. Oriana Salazar, Doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Chile, María Elena Lienqueo, Doctora en Ciencias de la Ingeniería mención Química de la Universidad de Chile, y Juan Asenjo, Ph.D. University College, London. 25