Este programa educativo se lleva a cabo las mañanas de los sábados durante cuatro meses (mayo-agosto), en que los estudiantes tienen el privilegio de utilizar las salas y laboratorios de la Universidad de Chile, como si fueran universitarios. El Profesor Zamorano, Director de las escuelas de Verano y Ciencias, explica que se hicieron cargo de este desafío porque “no hay profesores especializados de ciencias para niños de básica y es importante trabajar con estos alumnos porque tienen ansias de saber. Hay que mostrarles que la ciencia no es aburrida y que no se trata solo de definiciones, la ciencia es hacer, es preguntarse cosas y tratar de responderlas; también inventar ideas, y los niños tienen esa cualidad o habilidad de preguntar desde el corazón, sin miedo al ridículo y eso se debe aprovechar”. de esta forma cuando se hable de temperatura, congelar o fundir, van a recordar este aprendizaje. Mientras que los estudiantes más grandes pueden realizar proyectos como transformar la energía química o calórica en energía mecánica, por ejemplo a través de un globo aerostático, donde al calentar el aire el globo se eleva. Aportes concretos Entre los beneficios que tiene para los alumnos esta experiencia, está la oportunidad de aprender a interactuar en un espacio universitario. Además, pueden relacionarse naturalmente entre pares y también con académicos y profesores de educación superior, quienes los desafían y encausan sus inquietudes científicas. Las actividades les permiten desarrollar diversas habilidades cognitivas como la observación, el análisis y la aplicación de procedimientos. Esto les permite un acercamiento concreto a los saberes científicos, junto con habilidades sociales, lo que les brinda la oportunidad de desarrollar y potenciar sus inquietudes y talentos. Carol Ruiz, profesora del Colegio Cardenal José María Caro de La Pintana, institución que inscribió en el programa a tres alumnos el 2011 y cuatro este 2012 (dos de ellos por segundo año consecutivo), indica que esta experiencia ha aportado mucho a los estudiantes: “nuestros alumnos muestran mayor interés por la ciencia y el desarrollo de habilidades científicas y sociales, también se les abrieron las puertas de un mundo nuevo en el cual comparten experiencias con estudiantes de otras realidades, lo que enriquece su desarrollo social y académico, además de entregarles motivación por continuar estudios profesionales acercándolos a una realidad estudiantil universitaria”. Metodología experiencial Por su parte, María Luisa Cordero, académica de la FCFM y coordinadora docente del área de física experimental de la Escuela de Ciencias, indica que en este sentido la metodología experiencial es fundamental. “En general se cree que la ciencia se explica en una pizarra para quizás luego verla demostrada en algún experimento, nosotros queremos invertir esto. Hay niños que aún no tienen las herramientas para aprender la teoría o para hacer cálculos complejos. Nuestro objetivo es que un niño vea primero la explicación de lo que es la ciencia en un laboratorio, y luego se lo pueda explicar a través de una ecuación”, indica la profesora. Los académicos dicen que con los estudiantes más pequeños se pueden realizar experimentos como hacer helado con nitrógeno líquido o calentar vidrio con un mechero para que luego lo puedan modelar sin que se quiebre. Este tipo de experiencias los marcan y 49