H ace décadas se anuncia el inminente agotamiento del petróleo en el mundo, la principal fuente de energía de los países desarrollados, cuyas reservas alcanzarían solo para unos 40 años más. Es por esta razón que durante las últimas décadas se realizan importantes esfuerzos por encontrar sustitutos a este combustible, los que en el área del transporte habrían encontrado una respuesta en los vehículos eléctricos, que a partir del desarrollo de baterías de ión-litio lograron un desempeño que permitió iniciar su comercialización. Este tema ha despertado gran interés en nuestro país, ya que el creciente desarrollo y venta de vehículos eléctricos, más allá de ofrecernos una respuesta para la movilización actual y futura, abrió un interesante mercado para el litio a través de las baterías. Esto debido a que Chile cuenta con importantes reservas de este metal alcalino, que se estiman en 7.500.000 toneladas, más del 20% de las reservas mundiales, lo que actualmente posiciona al país como uno de los mayores productores a nivel global, alcanzando cerca del 40% del mercado. Innovación para la industria El proyecto Centro de Innovación del Litio (CIL) es una entidad nacida al alero del Centro de Energía de la FCFM. En este centro, académicos e investigadores de la Facultad trabajan en colaboración con diversas empresas como SQM, Rockwood Litio Ltda. y Marubeni, además de otras universidades como la de Antofagasta, la de Santiago, la Pontificia Universidad Católica de Chile, y centros de investigación como VTT de Finlandia, ICN de España y el CELIMIN de Antofagasta, para juntos dar vida a innovaciones que aportarán al desarrollo del país. Adelantándose al auge del litio y frente a la oportunidad de poder sumar valor agregado a la producción de este metal blando, la FCFM de la Universidad de Chile inauguró el 2010 el Centro de Innovación del Litio (CIL), donde actualmente se están desarrollando cuatro importantes proyectos que buscan mejorar las baterías y entregar servicios que optimicen su uso. Jaime Alée, Director del CIL, explica que frente al auge de las baterías “el camino a seguir no va por la sola explotación del litio, sino que Chile debe ir un paso más allá desarrollando ciencia y tecnología para entregar productos con valor agregado, ya que de lo contrario nos podría volver a ocurrir lo mismo que con el salitre”. Además, hay que considerar que el litio es un metal abundante en el mundo, por lo que varios países ya lo explotan o están en vías de comenzar a hacerlo, y es posible que a corto plazo Australia supere nuestra producción. Otro antecedente a considerar es su bajo valor, “Chile vende casi US$3.500 millones de cobre al mes, mientras que la producción total a nivel mundial de litio hoy en día es de US$600 millones al año. Por ello, pese a su auge, el litio nunca será para nuestro país equivalente al cobre en ganancias, pues dicho metal es insignificante en la cadena de valor de las baterías, ya que representa alrededor del 0,5% del precio de estas, por lo que la oportunidad está en desarrollar tecnología”, insiste Jaime Alée. ¿Qué es el litio? Según su definición, el litio es un elemento químico de símbolo Li y número atómico 3. En la tabla periódica se encuentra en el grupo 1, entre los elementos alcalinos. En su forma pura, es un metal blando, de color blanco plata, que se oxida rápidamente. Es el metal más ligero, su densidad es la mitad de la del agua. Al igual que los demás metales alcalinos es univalente y muy reactivo, aunque menos que el sodio, por lo que no se encuentra libre en la naturaleza. Chile posee una gran reserva de este elemento en el salar de Atacama (II Región). El litio es utilizado en baterías para vehículos eléctricos, sistemas de almacenamiento para energías renovables y aparatos electrónicos (notebooks, celulares, iPad). Este metal también es utilizado en la fabricación de vidrio, grasas y lubricantes, aluminio, polímeros, aires acondicionados, en la industria metalúrgica, en fármacos para tratar la depresión y tiene un gran potencial para la generación de energía nuclear. 19