3 ubicación y el tipo de daño, de manera de generar un daño reparable con pérdidas mínimas de contenido”, agrega Herrera. “Las falencias de diseño en estos equipos también se vieron agravadas por la mala construcción y problemas en sus anclajes o sistemas de apoyo, con fundaciones o bases de mala calidad”, dice la Profesora Moroni. Mientras que los estanques de apoyo continuo, es decir sin patas, también tuvieron un mal desempeño a nivel general. Las fallas más comunes que presentaron fueron: pandeo tipo punta de diamante, arrancamiento de pernos de anclaje, pandeo tipo pata de elefante en estanques no anclados y colapso por vaciado rápido. Estas fallas en gran parte de los casos provocaron la pérdida total o parcial del vino almacenado. En el caso de las barricas, estos sistemas de almacenamiento evidenciaron un gran número de colapsos. Sin embargo, la pérdida de vino fue menor debido a la alta resistencia al impacto de las barricas. Mientras que los sistemas de apilamiento metálico auto-soportantes tuvieron un excelente desempeño, al igual que los sistemas anti-eyección de barricas. En tanto, los bins de plástico mostraron el mejor desempeño entre los distintos sistemas de almacenamiento de botellas de vino. Hubo pocos casos en que se produjo vuelco, incluso en pilas de hasta ocho niveles de altura. Al contrario, los bins metálicos plegables tuvieron un mal desempeño mostrando que su diseño no es apto para resistir fuerzas sísmicas. Mientras que los bins de madera tuvieron un comportamiento intermedio, siendo su principal problema la elevada flexibilidad lateral. Lecciones aprendidas “Es importante destacar que este trabajo no pretende que los estanques, u otras estructuras, no sufran daño frente a un sismo de gran magnitud, sino que busca minimizar la pérdida y los riesgos de seguridad”, explica Ricardo Herrera. Por su parte, Juan Felipe Beltrán recalca lo positivo de esta experiencia manifestando que “nosotros tuvimos el privilegio de conocer lo que pasó en la industria del vino tras el terremoto, mientras que otras industrias que tuvieron daños producto del sismo cerraron sus puertas y no permitieron conocer sus falencias y aprender de ellas”. Esta investigación posibilitó conocer los fallos en que incurría la industria vinífera, lo que permitió desarrollar una guía que ayudará a aumentar la seguridad, minimizar los daños y con ello la detención de los procesos productivos y las pérdidas de económicas, de uno de los sectores exportadores más importantes para el país. El manual y sus conclusiones fueron presentados en seminarios realizados en las distintas regiones en que se realizó el estudio, a los que fueron invitadas las personas a cargo de la infraestructura de las viñas. También se realizaron visitas personalizadas a las diferentes viñas para que conocieran los resultados de la investigación. El manual se distribuyó a los asistentes a los seminarios y a las personas que recibieron las visitas, además de todas las bodegas socias de Vinos de Chile. Así mismo, se distribuyó entre las universidades participantes del proyecto, los fabricantes de estanques viníferos y organizaciones gremiales asociadas al vino. Adicionalmente, considerando que otros países han mostrado interés en recibir el manual, Vinos de Chile estudia generar una versión en inglés. bastante heterogénea, se utilizan estanques artesanales, semi-artesanales e industrializados, los que conviven entre sí, con una presencia mayoritaria de los dos primeros tipos. Sin embargo, los tres presentaron daños, ya sea por problemas de diseño o de construcción”, explica el Profesor Juan Felipe Beltrán. El Profesor Ricardo Herrera, complementa la información al señalar que “en el caso de los artesanales las fallas provienen del desconocimiento de quien los fabricó, pero en el caso de los estanques industrializados el problema radica en que existe un vacío normativo con respecto a este tipo de estructuras”. La Norma 2.369, de Diseño Sísmico de Estructura e Instalaciones Industriales, que rige la construcción de estanques, exige el uso de la norma API 650 para el diseño. Esta norma, que es aplicable a los de petróleo, exige espesores mínimos de 6,0 mm en las láminas de acero inoxidable con que estos se construyen. Por lo tanto, el diseñador se ve enfrentado a usar una norma que no es completamente aplicable a estanques viníferos y en la que la restricción de espesor mínimo no es económicamente viable, por su alto costo. Por ello, en la práctica estas estructuras se construyen con láminas de acero de espesores que van desde 1,5 mm a 3,0 mm como máximo. “La experiencia empírica muestra, que es posible utilizar los espesores actuales, pero controlando la 34