Cuarenta (setenta y nueve) años antes, cuarenta (un) años después
Gabriel Montero Barrera, ARISTO Consultores.
En mayo de 1962, en la revista Selecciones del Reader’s Digest, apareció publicado un par de artículos titulados "Hace cuarenta años (1922)" y "Dentro de cuarenta años (2002)". En el primero de ellos, como sugiere su título, se hace una breve descripción de distintos ámbitos de la vida en el ’22, y en el segundo, mucho más aventurado, se presenta una serie de predicciones sobre cómo será la vida en el 2002. Reproduzco aquí parte de ambos artículos, en particular con lo que se refiere al transporte, porque parece interesante saber como era el mundo hace setenta y nueve años y, sobre todo, porque aparentemente hay mucho trabajo que hacer de aquí a diciembre para llegar el 2002 tal como se veía entonces.
Hace setenta y nueve años (1922)
El mundo
La "guerra europea" ha terminado hace ya tres años y el mundo se encamina hacia la paz. Las principales noticias de principio de año tenían que ver con la conferencia del desarme que se celebraban en Washington las tres grandes potencias navales: la Gran Bretaña, los Estados Unidos y el Japón.
En Inglaterra el rey Jorge V había inaugurado una sesión especial del Parlamento con el propósito de otorgar la independencia a Irlanda, y Nikolai Lenin había sido reelegido primer ministro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Lord Carnarvon, ayudado por el arqueólogo Howard Carter, descubrió la tumba del rey egipcio Tutankamón, descubrimiento que causó tanta sensación como cualquiera de los grandes sucesos de la política contemporánea: en España caían los gobiernos, Argentina gozaba de una prosperidad sin precedentes y se reconoce la independencia de Panamá.
El mundo de los automotores.
Los Taxis con calefacción eran la ultima palabra en materia de transportes y a pesar de que los caminos pavimentados eran casi desconocidos, para no hablar de las autopistas, en 1922 ya se habían vendido mas de cinco millones de automóviles Ford, casi todos del modelo T, que en ese entonces se acercaba ya al precio de 260 dólares, el más bajo que tuvo nunca.
La exposición de automóviles se inauguró en Nueva York con el boato acostumbrado. Entre las marcas más conocidas que se exhibieron, cada una de fácil identificación gracias al radiador, el tapacubo o la carrocería, figuraban las siguientes: Apperson, Chalmers, Durant, Essex, Franklin, Hudson, Jordan, Lexington, Marmon, Mecer, Moon, Paige, Reo, Stutz, y Wills-Sainte Claire, cuyo popular modelo Faetón tenia un asiento situado exteriormente en la parte de atrás. El Cadillac V-8 "de turismo" (el sedan constituía todavía una novedad) se vendía por 3150 dólares, o sea 790 menos que el año anterior. Los limpiaparabrisas se operaban a mano.
El ministerio del Aire de la Gran Bretaña ofrecía un premio de 50.000 libras esterlinas a quien hiciera el primer Helicóptero práctico. El flamante dirigible de 125 metros Roma, inflado con 28.000 metros cúbicos de hidrógeno, se estrelló contra un cable de alta tensión, estalló y causó la muerte a 34 personas.
Dentro de un año (2002)
Energía
La mitad de la energía que se utilice en el 2002 provendrá del átomo; fábricas nucleares extraerán agua dulce del mar. Algunos científicos creen que para 2002 ya habremos hallado la manera de aprovechar la fusión termonuclear, o sea la fuerza apocalíptica de la bomba de hidrogeno. De ser así, podremos "quemar el océano", y obtener de él una fuente de energía que durará milenios.
Transporte
Con seguridad la técnica nos ofrecerá nuevos vehículos capaces de asombrosa velocidad. Buques y trenes se deslizaran a cientos de kilómetros por hora, pues habrán anulado casi por completo el rozamiento por medio de cojines de aire. Habrá aviones de doble acción que se elevaran como helicópteros de pequeños aeropuertos municipales situados en el corazón de las ciudades, y luego recorrerán horizontalmente distancias cortas o medianas. Es casi seguro que aviones de reacción Mach 3, con capacidad para 200 pasajeros, cruzaran el Atlántico en poco más de una hora. Probablemente habrá trenes suburbanos que se deslizaran suavemente a 150 kilómetros por hora. Estarán provistos de neumáticos que rodaran sobre rieles de cemento dispuestos a tres o cuatro metros el uno del otro. Los problemas del tráfico en las ciudades quizá puedan resolverse mediante otros trenes que correrán por un riel único tendido a treinta metros del suelo.
Acaso los camiones se conviertan en curiosidades de museo, pues es posible que provisiones y mercaderías crucen los países dentro de tuberías neumáticas provistas de dispositivos electrónicos que conducirán las distintas cargas a su destino.
En cuanto al transporte de personas, el teniente general Arthur Trudeau, jefe del Departamento de Investigación y Fomento del Ejército norteamericano, prevé automóviles que no producirán gases, pues extraerán su energía de células eléctricas. También piensa que para cortos recorridos en la ciudad podremos ponernos un cinturón-cohete y dar enormes saltos. "El cinturón-cohete está ahora en la etapa en que se encontraban la maquinas volantes en 1902",dice.
La ciudad
La ciudad ideal, tal como la imaginan los proyectistas en el papel, debe tener mucho aire, espacios abiertos, torres iluminadas por el sol, alamedas, fuentes saltarinas, parques con césped. Los edificios de oficinas, teatros, museos, hoteles y otras instituciones publicas se levantaran en el centro. Las industrias livianas y pesadas, las sucursales de las tiendas y el pequeño comercio se agruparan en zonas vecinas al centro urbano.
En "el centro" estará prohibido el tráfico de vehículos. Cintas sin fin subterráneas transportarán dentro y fuera de la ciudad provisiones y carga. Las personas que habiten en los suburbios llegaran al círculo exterior urbano en vehículos privados, en grandes trenes provistos de neumáticos y en plataformas colectivas que serán levantadas y remolcadas por helicópteros en toda clase de tiempo. Desde allí, monorieles los conducirán al centro, donde aceras móviles los llevaran a su destino. Tal será la ciudad del futuro. Que esos proyectos se lleven a cabo en los próximos ocho lustros depende, más que a imaginación, de la energía y la voluntad de progresar del hombre. Los proyectistas afirman que ya poseen la técnica necesaria para convertirlos en realidad; pero, llevarlos a la práctica requeriría varias generaciones de ciudadanos dispuestos a esforzarse para mejorar el medio en que viven.
Espacio
Es probable que nuestras aventuras tengan lugar en el espacio, y acaso estas se hallen más próximas de lo que imaginamos. El Dr. Wernher von Braun, de la Administración Nacional de Aeronáutica y del espacio de los Estados Unidos, afirma que dentro de ocho lustros los astronautas estarán explorando los confines del sistema solar. Y agrega: "Solo cinco años cortos nos separan del día en que tres norteamericanos circundaran la Luna y retornaran a la Tierra. Antes de 1970, otros aterrizaran en nuestro satélite y andarán sobre su superficie".
En 2002, los viajes a la Luna serán cosa corriente. Grandes estaciones siderales con personal describirán órbitas en torno a la Tierra, albergando centros de investigación, estaciones meteorológicas, estaciones de abastecimiento para vehículos espaciales, y estaciones terminales para viajes a la Luna y a los planetas. Parece indudable que el hombre se afirmará en el espacio. En cuanto al uso que hará de esta gran oportunidad, o sea, si la empleara para el bien o para el mal, eso es una cuestión que solo los años venideros podrán contestar.
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