Universidad de Chile

Senado Universitario


Lunes, 18 de junio de 2007


Estimado senador universitario Patricio Cordero,


Leo en tu estupendo cuaderno de bitácora del Senado Universitario (http://www.cec.uchile.cl/cinetica/senado), que hubo varias intervenciones que NO te resultaron inteligibles en nuestra primera, por así decirlo, plenaria en el exilio (me refiero a la XXXIII sesión que, por la ocupación de la Casa Central, tuvo lugar en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo). Por si la mía hubiera sido una de ellas, resumo lo que intenté transmitir:

 

  1. Que, como sostuvieran varios senadores universitarios que me precedieron en el uso de la palabra, tenemos que hacernos una autocrítica tanto colectiva como individual respecto a por qué, a pesar de nuestro trabajo, el Senado Universitario no ha tenido mayor impacto.

  1. Que, a mi juicio, nuestro principal error colectivo en el primer año de trabajo fue poner el foco de nuestro esfuerzo en la generación de reglamentos. Mi argumento hace un año, tal vez lo recuerdes, fue que si la Universidad tuvo reglamentos sin Senado Universitario, nuestra función básica no podía ser adecuar los reglamentos al nuevo estatuto orgánico.


  1. Que, por el contrario, la tarea básica del Senado Universitario es contribuir con una dimensión inédita y peculiar del gobierno universitario, que es distinta tanto de la ejecutiva (Rectoría, su equipo, y el Consejo Universitario) y también de la evaluativa (Consejo de Evaluación). A saber, la dimensión normativa de largo plazo de gobierno. A mi juicio, luego de aprobar el Proyecto de Desarrollo Institucional (PDI) elaborado por la Comisión Especial “Senado Universitario” del Consejo Universitario, el primer tema que correspondía haber abordado, lejos de ser normas y reglamentos, era cuál es la identidad de la Universidad, y por partida doble:

Primero, cómo la Universidad propone entenderse a sí misma desde el Senado Universitario a la luz de la nueva institucionalidad.

Segundo, cómo ese entendimiento es irradiado en las prácticas del ámbito interno y cómo se lo proyecta al ámbito externo, lo que llamé "imagen corporativa" y “nueva marca”. Un ejemplo de “nueva marca” sería la siguiente:


1843

1748 UChile 2006

1622


Solo en el contexto de claridad respecto de ese tema, el tema de la identidad de la Universidad y la contribución que pueda esperarse de ella en el siglo XXI (incluida, por cierto, su nueva institucionalidad de gobierno), tiene sentido diseñar las normas. Ejemplos de preguntas en el tema identidad son:

a. ¿Corresponde movernos en la dirección de vernos a nosotros mismos y presentarnos a la sociedad, en la cual estamos insertos, como el tronco de la vida universitaria chilena, los herederos institucionales directos de la Real Universidad (1758), el comienzo de la enseñanza de las llamadas "profesiones liberales" (abogados, ingenieros y médicos; por contraste con la teología y la filosofía moral, las disciplinas propias de las “profesiones clericales”), y en ese sentido, los herederos últimos de las universidades conventuales o menores (que solo tenían teología y filosofía moral, campos en los cuales daban grados de licenciado, magíster y doctor), la primera de las cuales se fundó en Santiago de Chile en 1622; es decir quince años antes de Harvard? ... es decir, que dentro de poco, cumpliremos 400 años.

b. ¿Corresponde movernos en la dirección de vernos a nosotros mismos y presentarnos a la sociedad como la más compleja y completa comunidad educacional en Chile? Bajo nuestro nombre se ofrece educación pre-escolar, básica y media (por mandato de una ley en el caso del Liceo Experimental y, por decisión interna, en aquel del Instituto de Estudios Secundarios de la Facultad de Artes) así como una educación superior que culmina en la mayor diversidad de programas de doctorado en Chile.

c. ¿Corresponde movernos en la dirección de vernos a nosotros mismos y presentarnos a la sociedad como una comunidad educacional plural (de hecho, tenemos entre nosotros, profesores y alumnos que van, en orden alfabético, por tomar solo el caso de la religión, desde agnósticos y ateos hasta judíos, masones y Opus Dei practicantes); pluralista (es decir, que valora la contribución a su experiencia educacional que hace esa diversidad y que, por eso, ni para ingresar ni para avanzar en sus distintas carreras importa cuáles sean ni las creencias religiosas o políticas, ni tampoco el sector de origen en la sociedad de los miembros de la comunidad); pionera educacional (una línea tenue, pero real va desde, por dar un ejemplo hoy pertinente, Eloisa Díaz a Amanda Labarca y Florecia Barrios Tirado; aquí, en mi opinión, se ubica también el actual experimento de una nueva forma de gobierno universitario: Senado Universitario + Rectoría y Consejo Académico + Consejo de Evaluación. ¡Una vez más somos pioneros!); y que cultiva y custodia la excelencia académica, con miras a su impacto en la sociedad chilena completa, en especial, las necesidades de los más desmedrados?  De eso, me parece, es de lo que se está hablando cuando se sostiene que somos un "espacio público", a saber, que somos el principal lugar de encuentro en la excelencia académica que tiene la sociedad chilena.

Ninguna de las anteriores es pregunta ni del Consejo Universitario ni del Consejo de Evaluación. Ellas pertenecen a un ámbito en el cual nunca antes la Universidad tuvo necesidad de reflexionar (entre otros motivos, porque no existía un sistema universitario con el grado de diversidad que hoy enfrentamos), razón por la cual tampoco tuvo necesidad de un órgano para hacerlo (ya sabes, la necesidad crea el órgano).

 

4.  Que, a título personal, me sentía responsable de no haber presentado de manera convincente el punto 3 ante el Senado Universitario. Que mi error fue no hablar del tema en términos de “identidad” sino que en términos de la necesidad de debatir acerca de la "imagen corporativa" de la Universidad; de la urgencia de precisarla y de dotarla de una “nueva marca” que le diera una nueva visibilidad ante la sociedad chilena (a eso, se refiere el Proyecto de Desarrollo Institucional cuando habla de “Ser reconocida como la institución que...”). En quienes creen que la comunicación estratégica puede convencer al público de que una institución tiene propiedades que, en rigor, no tiene, y que asocian este lenguaje con los peores aspectos del sistema neoliberalista bajo el cual hoy vivimos, haber usado esa particular forma de hablar, me temo, resultó contraproducente. En vez de promover esa discusión, nos alejó de ella, de lo cual me considero en parte responsable.


5. Que la realidad política ha terminado por imponerse ante la nueva institucionalidad de gobierno universitario: con las llamadas “agendas paralelas” que han ido surgiendo en torno al trabajo de las comisiones del Senado Universitario y, también, cada vez que el Senado Universitario ha sido arrastrado a temas que, en apariencia, son de la más estricta contingencia y, por lo tanto, propios de la dimensión ejecutiva del gobierno y, por lo tanto, fuera de su ámbito (por ejemplo, aquel de la Corporación de Fútbol “Universidad de Chile” y ahora el de la ocupación de la Casa Central por la Federación de Estudiantes). Pero, dado que la forma en la cual se encara dichos temas contingentes depende de cómo la comunidad se entiende a sí misma, cómo entiende la nueva institucionalidad de gobierno y cómo, dentro de ella, entendemos lo que nos corresponde aportar a cada uno de nosotros, el impacto del Senado Universitario no mejorará mientras sigamos no hayamos respondido preguntas como las arriba señaladas en a, b y c.



Haciendo votos por el florecimiento de la Universidad,



te saluda con aprecio y afecto,






Dr. Miguel Orellana Benado, S. U. (UChile)

Profesor asociado de filosofía de la moral y del derecho

Facultad de Derecho