El Mercurio, 10 de julio, 2007

Señor Director:

A propósito de los Proyectos de Financiamiento Basal convocados por Conicyt, y la experiencia que he adquirido habiendo tenido la posibilidad de estar en muchos centros de excelencia en distintas partes del mundo, quisiera comentar lo que sigue.

Hacia fines de los años 60 fui testigo de discusiones en el International Centre for Theoretical Physics (con sede en Italia); en los años 70 tuve al menos una conversación informal y de enorme interés en la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y he participado en otras en Francia.

Escuché una y otra vez que una de las causas del retraso de la ya desaparecida Unión Soviética en su investigación científica se debía al divorcio que allí se hacía entre centros de excelencia y universidades. El mismo comentario se hacía de otros países a los que no les iba bien. La cohabitación diaria entre estudiantes de todas las edades y los grupos de investigación de punta, se insistía, es una cuestión fundamental.

Por otro lado, en la economía (del primer mundo) que crece más rápido en el mundo, Finlandia, los centros de excelencia son centros al interior de las universidades, como cualquiera puede comprobarlo en http://www.research.fi/en.

La ciencia, como toda actividad humana, tiene su farándula, y los políticos del Consejo Nacional de Innovación, que son la gran mayoría, parecen ser más sensibles a ella que a las razones que puedan dar quienes se dedican en forma silenciosa y con enorme dedicación a la investigación en ciencia, tecnología y humanidades.

Es lamentable tener que decir públicamente que el llamado a concurso para proyectos basales que busca financiar Centros Científicos y Tecnológicos ha sido concebido con soberbia y torpeza.

PATRICIO CORDERO S., Ph.D.
Profesor Titular
Senador Universitario
Universidad de Chile